martes, 4 de mayo de 2021

La aprendiz de herrero. Cap 3





 La venganza del bandido (parte 2): La petición de un moribundo.




La noche se hizo presente y esto dio lugar a la acción de los bandidos, los cuales se había estado preparando para que momento, observando desde la cercanía a la aldea. Cuando era su turno para atacar, uno de los bandido disparo una flecha a un guardia que estaba vigilando la muralla, el proyectil le dio en el cuello a su objetivo, esto alertó a su compañero que subió a una torre de vigilancia y observó al grupo de bandido, este dio la señal de alarma, haciendo sonar la campana antes de que otra flecha atravesase su cráneo, lo cual provocó que cayese al suelo.

El jefe de los bandido, el cual estaba montado en un caballo sonrió al ver la aldea, como si se tratase de un general en plena conquista. El hombre se puso frente a sus tropas y con una sonrisa malvada, le dijo a sus subordinado que podían asesinar a toda la gente de la aldea, que pudiese saquear y quemar todas las casa que quisiese, estas palabras alegraron a los bandidos, que corrieron hacia la aldea, con la guía de su jefe.

Observé a mi abuelo con una sonrisa al ver que pudo arreglar la puerta, hay veces que me olvida que mi abuelo es fuerte, entonces aquel momento de alegría, se terminó al escuchar una campana de alerta. Hubo muy pocas ocasiones que había tocado la campana, aquellos eventos fueron incursiones de bandidos, que fueron repelidos con facilidad o una ocasión, cuando se divisó un ejercito enemigo, pero estos no entraron a la aldea, ya que este lugar no es muy importante.

Me asomé y observé como un grupo de guardias, estaba lleno hacia la muralla para contener aquella amenaza, el tamaño del pelotón, me preocupo mucho, sabía que el problema era muy grave, así que le pregunto a un saldado que estaba sucediendo. El soldado paro y me dijo que se había avistado un ejercito que tal vez era de bandido, y me aconsejo que debía refugiarme en mi casa

Mi abuelo al escuchar esto me dijo que debíamos bajar al sótanos, y me aconsejo que tuviese lista alguna arma. Observé como mi abuelo tomó una espada que enfundo en su cinturón, aquella arma fue hecha por el mismo hace algunos días, y también un pequeño altar que tenía forma de un yunque, que estaba hecho de hierro, el cual estaba dedicado al santo de los herreros, que tenía el nombre de Sokar.

Tomé el consejo de mi abuelo, y subí a mi habitación para tomar mi daga, aunque esta había sido hecha por una herrera primeriza, y esto se demostraba por las curvas bien pronunciadas que tenía el arma y por ciertas imperfecciones que podía notar mi abuelo. Aunque tenía varias imperfecciones, esta arma era bien funcional, así que la guarde en mi bolso de cuero, luego volví a tomar el altar y acompañe a mi abuelo al sótanos.

Al bajar al sótano, que era nuestro cuarto que utilizamos para refugiarnos en casa, cuando sucedían situaciones como estas, cerré la puerta con seguro  y hay nos quedamos, esperando que no descubrirse nuestros escondite. Escuche como se desarrollaba la cosa hay afuera, parecía que los guardias civiles, estaban siendo masacrados por los bandidos y varios aldeanos, estaban siendo atravesados por las armas de los enemigos, para mis adentro rogaba que no nos descubrirse.

El jefe bandido rompió la puerta del local de herrería, y viendo que no estaba la preciada armadura, busco a los dueño del local, los pasos de aquel sujeto fueron escuchado por el herrero y su nieta. El herrero le palmo el hombro de la joven y cuando obtuvo su atención le apuntó a un sección de muralla, la joven no entendió lo que su abuelo le había querido decir, así que el abuelo se acercó a la sección que había señalado y la empujó, esto abrió una puerta trampa, que sorprendió a Daphne.

—Este es un escape que construí hace mucho años atrás—Le explico el abuelo a su nieta y luego agregó—La puerta es la entrada a una antigua mina, que utilizaba como una herrería, ya que antiguamente aún había mucho material que es cavar.

—Abuelo, eres inteligente—Daphne agradece a su familiar, por el dato y la entrada secreta.

En ese instante la puerta del sótano, fue partida en dos por el mandoble del bandido, esto asustó a Daphne y a su abuelo, el cual cerró la puerta secreta, para que el sujeto no supiera su plan de escape. El jefe de lo bandidos bajó las escalera y llegó frente al anciano herrero y a la joven Daphne, al verlos simplemente sonrió de una manera malvada, ya que no podía tomar la armadura, se contentaría con las vidas del anciano y la joven.

El bandido ya estaba decidido, la primera vida que quitaría sería la de la joven, la cual al ver la intenciones que tenía el hombre, solo atinó a sacara de su bolso su daga, el hombre se burló de la arma que traía la joven y fue atacar a la chica. El abuelo viendo que su nieta estaba en peligro, desenfundo la espada que tenía y la chocó contra el mandoble del bandido, luego retrocedió y observó a su enemigo.

—Viejo, tu turno de morir es después de tu nieta pero si quieres morir primero—El sujeto se burló del anciano y agrego—Pará mí no hay problemas, igual mataré a la chica.

—No lo harás—El anciano atacó a su enemigo, y por segunda vez chico la espada co tra el mandoble de su enemigo, pero esta vez no retrocedió, siguió arremetiendo una y otra vez, con la intención de no dejar que el bandido realizase su ataque.

A pesar de la inexperiencia de su oponente, sumándole la vejez y que el no era un espadachín, el bandido tuvo muchos problemas en el dueño que sostenía contra su enemigo, ya que habían estado una media hora combatiendo. El bandido molesto por la situación, aprovecho que el anciano, ya empezaba atener movimientos lentos, y en un momento en que su enemigo tenía un franco débil, aprovecho para atravesarlo con su mandoble, cuando se aseguró que había ganado a su oponente sonrió de una manera victoriosa, mientras la joven Daphne, miraba con sorpresa y espanto, como su abuelo había sido asesinado.

—Gane, anciano—pero el bandido no había salido con la victoria, ya el herrero veterano le había atravesado el pecho la espada, cuando el bandido se había dado cuenta observó a su oponente con cara perpleja—C… como?.

El anciano que aún estaba empuñando su espada, sacó el arma del cuerpo de su enemigo, y cayó de rodilla junto con el bandido que cayó muerto, sorprendída por lo que había visto, la joven se acercó a su abuelo, que alcanzó a sostener su caída con su espada.

—Abuelo, me preocupaste—Exclamo la joven que se arrodilló, para ver como estaba su anciano familiar y observó que aun tenía el mandoble atravesado—Abuelo, el mandoble.

—Puedo resistir un poco más—El anciano miró a su nieta y agrego con una sonrisa—Vamos por el camino de la mina y no te preocupes por el altar, no creo que nadie lo venga a buscar, cuando pase todo esto volvemos por eso.

—Claro —Daphne se paro y luego levanto al herrero veterano y lo apoyo sobre sus hombros.

Ambos entraron a la mina, cuando la puerta se volvió a cerrar por segunda vez, la aprendiz divisó la mina, a pesar de era un sitio cerrado, extrañamente había luz que surgía de las piedras, no era como las velas o las antorcha, era más tenue, pero igual servian para orientarse en aquel sitio la joven camino junto con su abuelo por largo corredor hasta que llegaron al centro del lugar.

Daphne se sorprendió al ver una forja, un yunque incluso un horno para ser lingote en aquel lugar, también había un viejo armario en el cual se guardaba herramienta en desuso, a su lado había una banca de madera. El viejo le pidió a su nieta que le llevase a aquella banca, así que la joven obedeció al herrero veterano y fueron hasta aquel lugar, el anciano se sentó en el banco mientras Daphne trataba de buscar algo con lo que poder sacar la espada y curar la herida de su abuelo.

—Detente—El anciano detuvo la búsqueda de su nieta y agrego—En vez de curarme, puede darle a este veterano la oportunidad de descansar.

—P…pero abuelo—La chica entendió lo que quería su anciano maestro, y unas lágrimas empezaron a caer de sus ojos—Por favor, no me pida eso, usted es fuerte, puede seguir adelante.

—Querida nieta, yo me conozco y se que ya no puedo más—El anciano le contesto a la joven aprendiz y agrego—Ya he envejecido, soy débil a pesar que parezca ser fuerte, cada vez que golpeó un metal o que levantó una espada con las tenazas, siento un dolor en todo mi cuerpo, solo dale a este viejo unos últimos minutos con su nieta.

Aunque Daphne, no quería perder a su abuelo, acepto estar con él durante los últimos minutos que le quedaba de vida, así que dejo de buscar y se sentó al lado de su anciano familiar.


La aprendiz de herrero. Cap 2

 






La venganza del bandido (parte 1): El ataque. 




El sujeto que había sido expulsado de la tienda, se había ido de la aldea y se estaba dirigiendo hacia un bosque que estaba en la cima de una elevación. El sujeto estaba furioso por el trato que había recibido de parte de los dueños de la herrería y de la gente del pueblo, y haría que lo pagarán muy caro, él era el jefe de un grupo de bandidos que se había establecido de forma reciente y temporal en el bosque cercano a la aldea.


El hombre se presentó ante el campamento y reunió a su gente, para planificar el asalto a la aldea. El bandido llamó a su gente para que se juntasen, cuando sus subordinados estaban reunidos, él comenzó explicar su plan, iban a atacar la aldea aprovechando la noche.


Después de echar al molesto cliente, el herrero agradeció la ayuda de sus vecinos, los cuales se dispersaron para continuar lo que estaban haciendo antes de defender el local de herrería. El anciano entró a su local, y observó cómo su nieta estaba recogiendo las cosas que él agresivo hombre había lanzado, y ponía las armas ordenadas por su función en otra mesa, luego recogió los pedazos de las estanterías y la colocó apoyada en la pared.


-Rayos, ese tipo es un idiota-Comento la joven Daphne, que suspiro profundo y agrego-Si hubiese seguido destruyendo el local, los daños serían mayores.


-Si te enfada mucho vas a envejecer antes de tiempo, así que deberías tranquilizarte-Le aconsejo el anciano a su nieta.


-Abuelo, esos son cuentos de su tiempo-Daphne le contestó al anciano y agregó-Es obvio que me enfade, ese tipo ha causado daño a la tienda, no lo digo por los soportes de armas, lo digo por la puerta que destrozó, podemos utilizar una cortina, pero alguien debe de estar atento por las noches.


El anciano observó a su nieta, que estaba enumerando los problemas y los gastos que causó la acción del problemático cliente. El anciano sonrió al ver a su nieta, le gustaba la preocupación que tenía la chica por la tienda, le recordaba a los primeros días que él estaba regentando la herrería, en esos días siempre revisaba que todo estuviese perfecto y los gastos de reparación que podía tener la tienda.


«Esta chica a demostrado un gran talento, pero creo que ella estaría mejor en una de las herrería de la gran ciudad, aquí su talento se desperdicia», pensó el anciano y agregó observando la puerta, «Aunque por ahora es mejor preocuparse por la puerta»


El anciano se acercó a su nieta y la relajo, luego le comento que iba a tratar el tema de la puerta lo más rápido posible, ya que una cortina no era buena idea en especial por la noche, el comento que en unas horas más iba a ver a un amigo carpintero y le pediría una puerta y unos clavos. La nieta estuvo de acuerdo con la idea de conseguir una puerta, pero no con la idea de que su abuelo debía cargar con él que él hiciese la reparaciones de esta y le recomendó que le pudiese ayuda al carpintero.


-Querida nieta, relájate es una simple puerta, insisto que yo debería colocarla, después de todo soy fuerte, aunque me vea como un anciano, ya sabes los herreros somos fuertes-El anciano le dijo a su nieta.


Daphne entendió que no podía convencer a su abuelo, así que decidió aceptar el hecho de que su abuelo se encargarse de la puerta, pero con la condición, si él estuviese cansado o no pudiese seguir, dejaría el trabajo y la joven se encargaría, el abuelo aceptó la condición. La joven suspiro y después se puso pensativa, se había acordado de aquel sujeto y de la armadura que utilizaba.


-Abuelo, la armadura que utilizaba ese sujeto, ¿era la de un bandido de la montaña? -La joven estaba pensativa por lo que había sucedido.


-Ahora que lo menciona, tienes mucha razón-el abuelo contestó a la pregunta y agregó-La postura que utilizaba ese tipo no era de un experto en manejo de mandoble, pero era de alguien que utilizaba muy a menudo el arma, además su arma tenía algo de sangre fresca.


Daphne se quedó preocupada por los desastre que podía traer aquel sujeto, aunque por ahora debía continuar trabajando, así que como medida temporal decidieron poner una cortina como reemplazo de la puerta. Mientras Daphne colocaba la cortina, una carroza llegó al frente de la tienda, y bajó de este transporte un sujeto con traje de noble y rostro de alguien de mediana edad.


El noble entró a la tienda y observó como Daphne, bajo de una silla que ocupaba para facilitarle la colocación de la cortina. El noble observó como había quedado el local, y se sorprendió al ver que estaba medio destrozado.


-Siento el estado del local-Daphne se acercó al noble y agregó-Tuvimos un cliente problemático.


-Ya veo-El cliente le comentó a Daphne y agregó-Pero, ¿está bien la armadura?.


-Claro-Le contestó la chica y exclamó-Abuelo, llegó el cliente.


El anciano apareció en la herrería, y observó al cliente con una sonrisa en su rostro, y luego de conversar varios minutos con el cliente, le mostró la armadura que estaba ensamblada. El cliente la observó durante unos segundo y mirando al anciano afirmó con su cabeza, había aprobado el trabajo de los herreros, esto alegró a la joven Daphne, ya que era su primera armadura que había hecho con su abuelo.


-Entonces procederemos a desarmar la armadura para colocarla en una caja de madera-La joven Daphne, se acercó a la armadura y la empezó desarmar para colocarla en una caja.


Cuando la joven aprendiz terminó el embalaje, el noble llamó a dos sirvientes, que tomaron la caja y la subieron a la carroza, después de eso el cliente dio al herrero el dinero del pedido, el cual recibió la bolsa con una gran cantidad de dinero y agradeció al noble por la cantidad de dinero que le había dado. El noble se despidió del anciano y se subió a su carroza, la cual se marchó del lugar.


El anciano herrero entró a su local, cargando con la gran cantidad de monedas que le había dado el noble por el trabajo de la armadura y la dejó arriba de una mesa. La nieta que se encontraba limpiando el suelo, se fijo en la bolsa de moneda que había dejado su abuelo, y suspiro algo fastidiada, su abuelo se le había olvidado dejar la bolsa en la caja fuerte, la chica tomó la bolsa y fue al sótano en donde se encontraba la caja fuerte en donde se guardaba la bolsas con gran cantidad de monedas.


-Esto está listo, ahora continuar con el trabajo-La joven subió las escaleras del sótanos, para dirigirse hacia la herrería, y con una sonrisa pensó, «Aunque el local está destruido, hay que seguir trabajando para levantarlo»


Durante las horas siguientes, tanto el abuelo como la nieta, empezaron a atender a los clientes del local, la mayoría eran aventureros que estaban de paso, y querían que le repararse sus armas o comprar nuevas armas al paso, también había personas que vendía sus armas antiguas, las cuales eran reparada por la joven para después venderlas a otras personas si esta ya no tenía salvación juntarlas y convertirlas en lingotes, para fabricar armas nuevas, así estuvieron todo el día, hasta que decidieron cerrar la tienda, ya que ya se había oscurecido, pero antes el anciano que ya había comprado una nueva puerta, por fin pudo arreglar el problema de la puerta, colocó otra parecida a la anterior.


-Esto ya está-El anciano le comentó a su nieta, al terminar de poner la puerta y agregó con una sonrisa y mirando a la chica-Viste querida, aun tengo mucha fuerza.


-Se nota-La joven le contestó con una sonrisa en su rostro.


En ese momento se escuchó la campana que los guardias del lugar tocaban, cada vez que se aproximaba un grupo de bandidos o algo exterior que podía ser una amenaza para el ambiente tranquilo de la aldea. La joven Daphne preocupada por lo que sucedía, aprovechó que un pelotón de guardias se estaba dirigiendo a los muros de madera de la ciudad, para preguntar cual era la amenaza.


-Se divisaron a un grupo de bandidos-El guardia contestó la pregunta de la chica y luego aconsejo le aconsejo-Cierren con llave y con seguros sus puertas, ya que la cantidad de bandido es considerable y no sabemos por cuánto tiempo podemos aguantar.


El guardia después de responder la pregunta de la chica y aconsejarle, se marchó y siguió a su pelotón. La joven Daphne preocupada por la situación, hizo lo que recomendó el guardia, cerró las puertas y puso los seguros que tenían, después con su abuelo se dirigieron a una habitación que tenían para este tipo de problema y cerraron la puerta.




La aprendiz de herrero. Cap 1

 


La nieta del herrero. 


Nací de una relación prohibida entre una hechicera y un noble, el cual al verme dejó a mi madre y no me reconoció, mi madre estuvo durante un buen tiempo triste por lo que había ocurrido, así que decidió volver a su aldea natal junto con su padre o sea mi abuelo. Mi abuelo el cual era el herrero de aquel sitio, al ver a mi madre cargando a una indefensa pequeña, nos recibió bien y cuido de ambas.

En los primeros años de mi vida no me había puesto nombre, así que mi abuelo insistió a mi madre, que me pusiese un nombre, le insistió tanto que al final accedió y me puso el nombre de Daphne, como mi abuelo tenía los apellidos Ferrum, me registraron con aquel apellido.

Pará proteger a su hija y a su nieta de las habladurías, el anciano, le comento a todos que mi padre había muerto de una enfermedad, así los rumores que se estaba formado sobre mi aparición se fueron disipando. Mi abuelo era un tipo genial, era amable, cariñoso, y muy trabajador, desde que empecé a caminar siempre veía en secreto como mi abuelo  trabajar en la fragua aunque esta siempre estaba calurosa.

Cuando tenía seis años, mi madre me contaba cuento de grandes héroes que lucharon por el reinos, guerreros que lograron grandes hazañas, que conquistaron el mal y se impusieron sobre este. Mi madre esperaba con aquellos cuentos que yo me convirtiese en una heroína, tal vez siguiese su línea de trabajo, ella era una hechicera, pero aunque me asombraba las hazañas que realizaban esos grandes personajes, más me asombraba las armas que empuñaban  para lograr sus victorias.

Le tomé un gran gusto a las espadas, a los escudos, también a las armaduras que utilizaban y aquellas armas encantadas que portaban los grande héroes, por eso investigaba mucho sobre estas, y a los siete años tomé una gran decisión, que estaba influenciada por mí gusto y por el trabajo de mi abuelo, yo quería ser una herrera como mi abuelo, y forjar grandes armas y fuertes armaduras, para grandes aventureros, héroes y guerreros.

—Quiero ser una herrera—Le dije a mi madre y mi abuelo, cuando estábamos almorzando.

—O vaya, eso es genial—Mi abuelo me sonrió, el estaba alegre que su nieta siguiese sus pasos.

—Niña, olvídate de ese sueño—Mi madre se paro de la mesa se acercó a mi y me dio una fuerte cachetada, que me dejó perpleja.

Mi abuelo se paro de la mesa molesto con mi madre, la observó durante unos minutos, la mujer al mirar a su abuelo bajo su mano y unas lágrimas cayeron de sus ojos. En aquel momento no sabía de porqué mi madre había reaccionado de aquella forma, tiempo después tuve la teoría de que mi madre estaba frustrada de no poder avanzar con su carrera de hechicera, y quería que yo siguiese sus pasos para lograr lo que ella no logró.

Mi madre había decido trabajar como consejera hechicera del alcalde, un anciano que tenía un hijo de la misma edad que mi madre, y que aspiraba a ser algún noble en una de las grandes ciudades, mi madre estuvo trabajando un año en aquel sitio, hasta que nunca volvió más, se había marchado del pueblo junto con el hijo del alcalde. Observe como mi abuelo lloraba al leer la carta que había dejado mi madre”

Desde los siete años, mi abuelo me estuvo criando y para no perderme de vista, el me dejó trabajar en la fragua, pero siempre con su supervisión y con trabajos pequeños, como martillar dagas o avivar los fuego de la fragua. Mi abuelo me explico sobre las armas, y cuales eran los mejores materiales para forjarlas, también cuales eran las temperatura perfecta para cada uno de los metales.

Crecí ayudando a mi abuelo en la forja, ya a los diez pudo hacer una daga por mi misma, aunque esta era de hierro un material muy pobre y muy poco utilizado ya que era inferior a los otros metales, además de que me quedo media chueca, me alegre mucho puesto que era mi primera arma que hacía, mi abuelo me felicito y me dijo que para recordar el día, era mejor que me quedase con aquella daga.

Daphne Ferrum, una chica de dieciséis años de piel blanca, cuerpo esbelto, pelo negro y largo que llevaba trenzado, ojos claros, y vestida con una camisa roja de manga corta, pantalones azules, zapatos de cuero de color café claro, llevaba una muñequera de cuero, y encima una pulsera de metal que le había regalado su abuelo hace un día atrás, en la celebración de su cumpleaños. La joven había sido enviada por su abuelo para comprar materiales a los mercaderes que había llegado a la aldea, al terminar de comprar volvió a su casa en donde se encontraba su abuelo, el cual estaba forjando un escudo de acero.




—Ya llegue, abuelo—Daphne entró a la forja del anciano herrero, y dejó la bolsa de cuero en donde tenía los materiales encargados, en una mesa de la habitación—Los mercaderes estaban fierros este día, tuve muchas discusiones para conseguir estos materiales.

—Gracias, querida Daphne—El abuelo miró a su nieta con una sonrisa en su rostro y agrego mientras colocaba el escudo en el agua, para enfriar el acero de este—Estoy terminando de hacer este escudo, necesito que me ayudes creando nuevos lingotes, con el mineral de acero que compraste en el mercado.

—Claro, abuelo—Le sonrió Daphne al anciano.

Daphne amontono el mineral de acero cerca de un horno especial, y luego empezó el proceso de crear aquellos lingotes. Después de crear una variedad de lingotes que agrupaba en un sitio, cerró la rejilla y luego dejó la papa a un lado del horno, tomó algunos lingotes y lo dejó al lado de la fragua en donde trabajaba su abuelo, el anciano agradeció a su nieta su ayuda y le pasó a su nieta el escudo para dejarlo en una mesa.

Después de dejar el escudo en el lugar indicado, la joven empezó a ayudar a su abuelo con una armadura de acero que el alcalde actual de la aldea le había pedido. Daphne se puso hacer los guante les y la parte de debajo de aquel pedido, mientras que el anciano, se puso hacer el resto, después de algunas horas ya tenía el set casi completo del pedido, solo faltaba la espada el anciano, se estaba encargando de forjar, mientras que la nieta terminaba de hacer el diseño del escudo, el perfil derecho de la cabeza de un león, el cual estaba en modo pensativo.

—Abuelo como vas con la espada—Pregunto a su abuelo, mientras terminaba los últimos retoque del diseño del león.

—Va bien, solo unos golpe más y terminó con esto—Le contesto el anciano y pregunto—¿Y como vas con el diseño?

—Como tu, una línea más y terminamos el escudo—Le contesto la joven mientras utilizaba una brocha especial para pintar el escudo.

Cuando terminaron lo que faltaba ensamblaron el set completo de la armadura, y al verla reluciente, ambos chocaron sus manos en señal de felicitación por el buen trabajo que hicieron. En aquel momento entró a la herrería por la puerta de afuera un tipo de cuerpo ancho, vestido de una armadura de piel y que llevaba un mandoble enfundado sobre su espalda.

—¿Aquí tienen buenas armadura? —pregunto el sujeto que al ver la armadura que estaba ensamblada cambió la pregunta—¿Cuánto vale esa armadura?.

—Lo siento pero la armadura no está en venta, fue echa para un pedido—Le contesto la joven Daphne al hombre y agrego—Si quiere una armadura igual puede hacer un pedido, pero si quieres ser una compra ahora, tenemos buenas armas y parte de armadura a un excelente precio.

—Quiero esa armadura—El sujeto le volvió  pedir a los herreros.

Tanto la joven nieta y el anciano herrero, negaron al recién aparecido la posibilidad de adquirir la armadura, esto enfureció al hombre que empezó a causar estrago en la tienda, rompiendo un escaparate en donde tenía exhibida las armas y luego hizo trozo la puerta y las ventanas de la herrería luego en fundó su mandoble y amenazó a los presentes. Los destrozos del local llamaron la atención de varios vecinos que salieron a defender a los propietario de la herrería.

—Oye tu, maldito—Los vecino se reunieron alrededor de la tienda.

—Maldición, estoy en inferioridad numérica—El sujeto observó a los presentes y agregó fastidiado—Ganaron ahora, pero volveré con fuerza, ya lo verán.

El sujeto salió de la herrería molesto, con lo que había pasado y se perdió de la vista d ellos vecinos. La joven nieta que había estado tensa por lo que estaba sucediendo se relajo al ver que el problemático tipo se había ido, aunque por un momento la últimas palabras del sujeto resonaron en su mente, “volveré con fuerza”, esas palabras eran la que inquietaba a la chica, y un nuevo temor surco por su mente.