viernes, 16 de julio de 2021

La aprendiz de herrero. cap 5

 



La gran capital.


La joven durante una media hora estuvo corriendo por aquel camino, ya que temía que hubiese bandido cerca, y después cuando ya se encontraba segura comenzó a caminar de manera normal. Amaneció ante los ojos soñolientos de la joven, que aún seguía su recorrido, no sabía cuando le faltaba para llegar a la capitán el asentamiento más cercano a la aldea, sus piernas estaba adolorida, estaba cansada, quería parar y retomar aire y descansar, pero tal vez a causa del miedo que aún sentía por los bandidos, seguía su recorrido sin parar.

En ese momento la joven caminante, escucho que atrás de ella las pisadas de un caballo con herradura y el sonido de las ruedas de una carreta, la joven que sabía que aquello sonidos provenía de una carreta, se hizo a un lado para evitar posibles problemas con el conductor de aquel trasporte, una observación más detallada de las personas que estaban arriba de la carrera, hizo que la joven pelinegra se diese cuenta que conocía a esa gente.

El que conducía el caballo un sujeto joven de unos veinte años, se dio cuenta de que una joven estaba al lado del camino, y le pareció muy conocida. Los dos ocupantes de carreta al fijarse que la joven estaba caminado por el sendero era Daphne, pararon su trasporte y observaron a la chica con una sonrisa en su rostro, ellos estaban feliz al ver que se había encontrado con una sobreviviente y conocida de la aldea.

-Vaya, me alegra que haya sobrevivido Daphne-Le comento el joven a la chica.

-¿Cómo estás Daphne? -Saludo la esposa del joven sujeto a la aprendiz, con una sonrisa en su rostro, y agrego observando con más atención a la chica-Oye y ¿el anciano?

-Buenas, estoy a salvo, gracias por preguntar-Saludo y respondió la joven, respecto a la pregunta lanzada por la joven esposa, se mantuvo en silencio durante unos segundo, y habló con una voz medio quedada y triste-El... se fue con Dis Pater.

Al escuchar la respuesta de la joven aprendiz, la sonrisa del joven matrimonio, cambió a una cara de compasión por la chica de pelo negro, la pareja conocieron al anciano y a Daphne, cuando ellos se mudaron a la casa que había heredado el esposo de un familiar que tenía en la aldea, como la casa estaba algo roída y endeble la joven pareja, que no tenía mucho dinero decidieron pedir ayuda a los aldeano, y el primero en prestar ayuda fue el anciano junto con su nieta, y desde ese momento se llevaron bien.

-Entonces... ¿a dónde piensas ir? -pregunto el marido a la joven herrera.

-Pienso ir a la capital-le contesto Daphne al hombre.

-Entonces, te podemos llevar-La esposa le digo a muchacha y agrego-Nosotros también vamos a la capital, tengo un hermano, que es dueño de una posada.

La joven aprendiz de herrera, acepto el ofrecimiento de la pareja, se subió a la parte trasera de la carreta, y se sentó en un espacio vacío que tenía la carreta, cuando la joven ya estaba instalada, el joven esposo, volvió hacer andar el trasporte. El sueño había llegado al cuerpo de la joven Daphne que desde su posición a un podía observa el humo que había dejado el desastre que cometieron los bandido con su aldea, y eso fue la última imagen que tuvo la chica, antes que sus ojos se cerrarán por el cansancio.

La joven despertó después de algunas horas de sueño, y se dio cuenta que el carro había parado, así que con curiosidad se paro y observó que había pasado, con una simple mirada la joven, se dio cuneta que estaba sucediendo, la carreta había parado puesto que se encontraba parada en una larga fila de carreta.

-¿A dónde estamos? -pregunto la joven Daphne a la joven esposa.

-A verdad, tu nunca has salido de la aldea-La esposa le comento a Daphne y le contesto-Este es un puesto de revisión, antes de entrar a la ciudad los guardias, deben verificar que una persona no trae nada ilícito.

-He Daphne, mira la maravillosa vista que tiene la ciudad-El joven esposo, le dijo a la chica y apuntó hacia la ciudad.

La joven observó hacía la dirección que indicaba el joven, y ante su vista se alzó la colosal ciudad capital del reino, lo primero que vieron sus ojos, fue el gran muro que protegía la ciudad de cualquier amenaza externa, la muralla era de un color blanco marfil, grande y gruesa, para aguantar los asedio que pudiese recibir, en cada torre de vigilancia, de podía observa un gran escudo de metal de color rojo, que en su interior tenía diseñada la imagen de un dragón plateado que se alzaba en vuelo.

Luego de quedar maravillada con la muralla y sus escudos, la joven se quedó atónita al ver el gran castillo que se podía ver incluso desde su distancia, era grande y alto, estaba de grandes bloque de un tipo de esmeralda resistente, y que le permitía emitir un brillo cada vez que le alcanzaba los rayos del sol, además en lo alto de aquel castillo se alzaba la bandera con el emblema de la dinastía que reinaba el país, un gran pájaro en alza y que tenía dos cabeza, una apuntando hacían el este de color blanca, y el otro que apuntaba hacia el oeste de era de color negro.

-Impresionante-La joven herrera quedó sorprendida por lo que observaban sus ojos, y sintió un gran interés por saber de que metal eran los escudos, que estaban puesto en la fortaleza, y pensó, «Puedo ver que aquellos escudos, están hecho de un metal desconocido para mí, tienen un brillo alucinante»

"Cuando los guardias, hicieron la revisión al carro en que estábamos montados, pude notar con mucha fascinación el equipo que llevaban los guardias, ellos tenían puestos unas armaduras de acero, muy bien hechas, traía sobre sus cabezas unos yelmos descubiertos, que estaban muy bien martillado, no pude apreciar bien las espadas que llevaban enfundadas, pero aprecie las empuñaduras, las cuales estaban hechas de bronce, los escudos de acero que portaban estaban bien lustrados y cuidados. Al ver el arsenal de los guardias, pude comprobar con fascinación que la capital, era perfecta para seguir mi aprendizaje como herrera"

-No hay nada ilegal-Comento uno de los guardias que se acercó a la pareja y pregunto-¿Cuál es la razón de su visita?

-Huimos del ataque, que un grupo de bandido hicieron a nuestra aldea-Le contesto el marido al guardia.

-Así que son refugiados-Comento el guardia y agrego-Bien, pueden pasar.

El guardia dejó pasar a los tres refugiados, el marido dio gracias al guardia antes de agitar las correas de los caballos, y hacer galopear a los caballos. Cuando la carreta entró a la ciudad la muchacha de pelo negro, observó la primera parte de aquella ciudad, con mucho entusiasmo, la joven esposa al ver lo fascinada que estaba la chica, le comento que la primera parte de la ciudad, estaba destinada a los guardias de la ciudad.

«Es por eso que tiene este gran cuartel», pensó la joven al ver lo grande que el lugar en donde descansaba y entrenaba los guardias, luego observó que al lado de este lugar, se encontraba una forja, en donde un tipo con delantal de herrero, estaba haciendo una espada, y pensó al ver el metal utilizado para la espada, «Acero, ya veo, mi abuelo, me comento que cada ciudad, tiene un metal, que lo representa, y esto se ve en las armas y armaduras que utilizan, y está ciudad está representada por el acero, pero esos escudos puesto en la Fortaleza, tiene un materia extraño»

Luego de pasar por el distrito de la guardia, como era llamado aquel sitio, que tenía una cantidad de seis cuarteles cuatro pequeños y dos grandes, un área de entrenamiento en donde los guardias se pasaban mejorando sus tácticas, y un total de doce forjas, en donde los herreros trabajan exclusivamente para la guardia de la ciudad. El otro distrito estaba destinado a los comercios, y a las industrias, aquí también había herrerías, pero estas eran de uso comercial, los productos de las forja de aquel distrito, no estaban destinada al ejército, si no a aventureros y gente común, también había nobles que pedían armas para sus colecciones privadas.

«Aquí esta mi lugar», pensó la joven Daphne, que se había entusiasmado al ver los escudos que estaban adornando las murallas, y las armaduras y espadas, que utilizaban los guardias de la entrada.


La aprendiz de herrero. cap 4

 



El funeral de un herrero.


Daphne estuvo sentado junto con su abuelo, en aquella mina no se escuchaba mucho ruido, sólo la respiración de la joven nieta y el anciano abuelo, está situación relajaba la tensión que había tenido la joven Daphne, pero aún así le preocupaba la situación de su abuelo. El anciano después de unos momentos de silencio comenzó hablar con su joven aprendiz, y le digo la manera en cómo quería su funeral.

—Pero… abuelo, aún es pronto para que muera—Daphne le contesto a su anciano maestro y agrego—No se rinda.

—Veo que aun tiene fe en el cuerpo de este antiguo herrero, pero te contaré algo—El abuelo dio un suspiro y agrego—Cuando hablabas con aquel guardia, me visitó en visiones el mensajero de la Muerte Dis Pater, y eso significa que pronta esta mi muerte, una cosa más cuando uno recibe su visita, el se queda cerca de uno hasta su muerte, y en estos momento lo estoy observando, el va vestido con su túnica de color morado con bordes dorados, me muestra el reloj de arena que corresponde a mi vida, veo que me quedan muy pocos granos de Arenas y estos están descendiendo demasiado rápido.

La aprendiz de Herrera aunque no veía al mensajero de la muerte, se lo pudo imaginar, ya que había oído relatos sobre este ser, Dis Pater, era el ser asignado para llevar las almas de los muertos al otro muerto, según los relatos que había escuchado de boca del sacerdote del pueblo, este ser era un anciano de barba blanca, con una sonrisa bonachón a y vestido con una túnica morada con bordes dorados, llevaba un cetro de oro en la mano derecha y un reloj de arena que tenía escrito el nombre de los moribundos.

«Tal vez sea comprensivo», pensó Daphne que se paro de su asiento y observando a la dirección que miraba su abuelo, exclamo con lágrimas en sus ojos—Gran mensajero de la muerte Dis Pater, te lo suplico no te lleves a mi abuelo.

La súplica que hacía la joven aprendiz al ser sobrenatural, hicieron que a su abuelo, le cayese una lágrimas, pero sabía que debía irse de aquel mundo terrenal y juntarse en la forja del santo de la herrería,. El abuelo detuvo las exclamaciones de su nieta y con una sonrisa le dijo que dejase al mensajero de la muerte en paz, ya que podía enojarse, a pesar de ser un tipo bonachón.

—Pero… —La joven fue interrumpida por una mano gélida que tocó su hombro, y una extraña sensación se extendió por su cuerpo y pensó, «Espera, yo y mi abuelo somos los únicos que estamos aquí, entonces… el que me está tocando el hombro, acaso será…»

La joven supo quien era la persona o mejor dicho el ser que estaba atrás suyo, era el guía de la muerte Dis Pater, por una extraña razón aquella parecencia le impartía una cierta tranquilidad a pesar de ser una figura sombría, que estaba más allá de la vida de un mortal. La joven sintió un pequeño viento que pasó al lado de ella, el viejo se seco las lágrimas de sus ojos y observó con una sonrisa al vacío.

—Disculpa a mi nieta, ella aun está en la flor de su vida, así que no conoce muy bien a la muerte—El anciano le comento a la nada y pregunto—¿Puede esperar un poco?, necesito decirles las últimas palabras a mi nieta, y que me saquen este maldito mandoble de mala forja, no puedo ir al otro mundo con esta cosa en mi espalda.

El anciano hizo un gesto para que su nieta se acercase a él, la aprendiza se sentó al lado de su anciano abuelo, el cual le tomó la mano y le sonrió a su querida aprendiz y nieta, le dedico las últimas palabras a su joven nieta y luego le canto la canción del santo de la herrería, y luego le pidió que cantase aquella cansino para su funeral, ya que era parte del ritual del funeral de los herreros.

—Esa es la canción que debes cantar—El anciano herrero, le digo a su nieta y le sonrió—Ahora un último favor, sácame este mandoble.

—Esta bien abuelo—La joven Herrera, suspiro con resignación al ver que su abuelo estaba preparado para morir, y agrego con unas lágrimas en sus ojos—Adiós abuelo, te extrañare mucho.

—Te veré desde la eternidad, y espero que cuando te vuelva a ver me digas que te convertiste en una gran herrera—Le sonrió su abuelo antes que su aprendiz, le sacaste el mandoble con mucho esfuerzo.

El abuelo al sentir que le arrancaba aquella maldita arma, dio un pequeño grito de dolor y después de decir algunas cuantas palabra mal sonante, y maldiciones para el bandido que le había atravesado aquella arma, le agradeció a su nieta y después le dijo a su nieta que tenía una carta para ella en el armario de aquel lugar. La joven abrazo a su abuelo mientras este se despedía por última. Vez de su nieta.

—Es bueno morir al lado de un querido familiar—El abuelo cerró sus ojos, para nunca más abrirlo en aquel mundo.

—Fuiste un abuelo, mejor dicho fuiste mi padre y mi maestro—La joven Daphne le dijo a su abuelo, mientras continuaba abrazando el cuerpo de su maestro y abuelo, una lágrimas cayeron en sus ojos.

Cómo lo pidió su abuelo, la joven preparo la fragua para incinerar el cuerpo de su abuelo, esto lo hizo con una gran cantidad de carbón, que se había guardado en forma perfecta en la mina, luego cuando las llamas estaban perfecta, la joven puso el cuerpo de su abuelo en la fragua, y frente a la fragua el altar del santo de la herrería. La joven se paro frente a la fragua y golpeó su manos con su pecho, cerró sus ojos mientras observaba como el cuerpo de su querido maestro y abuelo se quemaba, empezó a cantar la canción del santo de la herrería.

Después del funeral, la joven Daphne sacó la carta que le había dejado su abuelo en el armario, y la abrió para leer su contenido, lo que estaba escrito hizo que la joven Daphne le surgieran unas lágrimas.

Querida nieta: Si lees esta carta es que yo habré dejado este mundo, sabes no me arrepiento de mi vida, ahora que estoy escribiendo esta carta me recuerdo de tu sonrisa, y de tu deseos de convertirte en una herrera, eso me agrado mucho, me puse muy triste cuando mi hija se fue de la casa, me puse triste mas por ti, pero afrontaste ese problema con una sonrisa, eso me sorprendió, te cuide como una hija y de hecho casi te veía como una de mis hijas, te vi crecer tanto, y me alegraba con cada avance que hacías en la herrería y en la vida. Ahora que no estoy en este mundo, te pido que cumplas tu sueños, eso es lo que quiero para ti, este es mi último adiós.

—Abuelo… —La joven se limpio sus lágrimas, no podía llorar para siempre, además debía seguir adelante con su vida, no quería preocupar a su abuelo, guardo la carta que le habia dejado su maestro, luego miró hacia la forja y exclamó—Abuelo, si tú alma aún está mirándome, escúchame, seré la más grande herrera de todos, no, seré la mejor de toda las era de este mundo, forjarse el acero que creará la arma que usará el próximo gran héroe.

Ella sabía que tal vez exageraba eso de ser la mejor herrera de las eras, pero eso sentía en su corazón, quería ser la mejor herrera de todo los tiempos, quería forjar armas para grandes héroes y aventureros, eso lo haría por ella y por su abuelo. La joven se sentó en el banco y observó como la fragua seguía su corta vida, la cual se extinguió en unas cuantas horas después.

La chica herrera se arrodilló y rezo por el bien de su abuelo, luego se paro y se preparo para escapar de la aldea en la que había vivido toda su vida. Volvió al sótano y abrió la caja fuerte para sacar el dinero que había horrado del trabajo de herrería, luego busco la espada de su abuelo y la enfundo, junto con su daga que guardo en su bolso de mano, y después se encaminó hacia la mina y busco su salida.

Después de caminar durante una media hora, encontró la salida de aquella mina abandona y pudo irse de aquel lugar. La joven acostumbro sus ojos a la luz del sol y prosiguió su camino por el sendero que conectaba a la antigua mina con el camino principal. Cuando llegó a un punto alto del sendero observó la aldea, la cual se estaba incendiando, ella estaba asombrada por la destrucción que había antes sus ojos, no podía creer que él lugar a donde había vivido durante su niñez y su juventud, se estaba quemando delante de sus ojos.

—Gracias por todo mi querida aldea —La joven corrió hacia adelante, no iba a volver a aquella aldea.